En este año Novak Djokovic casi no conoció la sensación de perder (sólo lo hizo dos veces en toda la temporada). Por eso, era el gran favorito ante Rafael Nadal, en la final del US Open, en Nueva York. Y se hizo cargo del favoritismo. Superó al español por 6-2, 6-4 , 6-7 y 6-1 y consiguió su tercer Grand Slam del año (sólo dejó pasar Roland Garros, cuando perdió en semifinales, ante Federer. Después se llevó el Abierto de Australia y Wimbledon).
Tiene talento de campeón pero también personalidad de la misma talla. El serbio salió convencido, y por momentos, pasó por arriba al español. Salvo en el tercer set, donde el español mostró una resistencia admirable, lo devoró, fue el absoluto dominador.
En el primer set, Djokovic salió agresivo y sorprendió a Nadal. En un partido más psicológico que tenístico, por los antecedentes de ambos, se llevó el primer período por 6 a 2. El serbio fue inteligente y su estrategia le funcionó a la perfección: utilizar el juego corto, especialmente al revés del español, que no le alcanzó con su juego de defensa y contención.
En el segundo set, volvió a dominar. En un partido lleno de puntos largos, a Djokovic le salió todo bien. Agredió en todos los tiros, buscó presionar y lo logró.Cerró la segunda parte en 6-4. Las discusiones de Rafa Nadal con el árbitro fueron una señal de la frustración y la impotencia por sentirse menos que el rival.
La tercera parte será inolvidable por el alto vuelo tenístico. El sacrificio de Nadal, por no dar por perdido el partido y el intento de dominio de Djokovic derivaron en puntos larguísimos. Por momentos, pareció tenis de otro planeta, por la velocidad de los golpes y los ángulos que se lograban. El español aguantó la presión y se llevó el tercer set en tie break. Fue una demostración de obstinación deportiva, de no darse por vencido nunca. Dramatismo y buen tenis. Los dos mejores del mundo brindaron un espectáculo histórico.
Antes de empezar el cuarto, Novak Djokovic pidió la asistencia del médico por dolores en los isquiotibiales. Fue entendible, se jugaban casi cuatro horas de juego. Pero el parate dejó a un Nadal frío, que se vio perjudicado. El partido volvió a ser como en los primeros dos sets, cuando dominaba el serbio. Salió más preciso y volvió a dominar. El cansancio era de los dos por igual. Cada golpe era un desgaste. Cada corrida, un sacrificio. Pero Djokovic volvió a hacerse fuerte. A esta altura, con la victoria, su figura se hizo más grande que nunca.
Durante el año, Djokovic le ganó este año al español Nadal cuatro finales de Masters 1000 (Indian Wells, Miami, Madrid, Roma) y una de Grand Slam (Wimbledon). Para el serbio, que lleva un récord en esta temporada de 63 triunfos y apenas dos derrotas, será la chance de sumar su 28° título, y el décimo de la temporada.
El pronóstico de lluvia de los últimos días le dejó paso al pronóstico de buen tenis. Y el ganador se llevó, ni más ni menos, que 1.800.000 dólares. Claro, el dinero está por debajo del premio mayor: la gloria.
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